Dormir con frío: lo que nadie te contó

Si son de las que llegan al hotel y apagan el aire acondicionado o cero son team frío, entonces tienen que tomar nota de estas razones para cambiar y empezar a dormir con frío.

A ver, acá entre nos: ¿cuántas veces hemos peleado por el aire acondicionado? ¿O nos hemos dado un codazo pasivo-agresivo bajo las cobijas porque alguien (cof cof nuestra pareja) otra vez puso el cuarto como si estuviéramos en la playa? Bueno, pues resulta que ese drama térmico nocturno tiene implicaciones más grandes de lo que pensábamos. Resulta y acontece, que dormir con frío es una joyita de salud mental, física y emocional. Puntos para el team frío.

Dormir con calor: el enemigo del descanso

Según un estudio del National Institute of Health, dormir en un cuarto caliente (estamos hablando de más de 21°C) es como meter a nuestro cuerpo en modo “NO VOY A DESCANSAR JAMÁS” sin darnos cuenta. ¿Qué pasa en ese escenario? Cosas nada bonitas:

  • Menos melatonina, o sea, menos de esa hormona que nos regula el sueño.
  • Más sudores nocturnos y vueltas eternas en la cama buscando “el lado fresco de la almohada”.
  • Más cortisol, también conocido como “la hormona del estrés que te hace despertar con cara de no saber si dormiste o peleaste con un dragón toda la noche”.

Vamos, que no es casualidad que a veces uno se despierte más cansado que cuando se acostó. Y probablemente tenga que ver con que la recámara parecía sauna.

¿Por qué hay que dormir con frío?

Ahora, pongamos la temperatura en 18°C (o menos) y veamos qué magia ocurre:

  • ⁠Se duermen más rápido (y mejor). Nuestro cuerpo baja su temperatura naturalmente al dormir. Un cuarto frío ayuda a ese proceso. Es como si las arrullara.
  • Queman más grasa (¡sin mover un dedo!). Sí, leyeron bien. El estudio encontró que en temperaturas más bajas, activamos grasa marrón, esa que quema calorías mientras dormimos. O sea: dormir en frío = modo fitness pasivo. ¿Dónde firmamos?
  • Su sistema inmune se fortalece. El frío reduce la inflamación y apoya la regeneración celular. ¿Resultado? Menos gripas, más energía. Suena bien.
  • Su humor mejora (y tu claridad mental también). Dormir con frío estimula la producción de dopamina y serotonina, nuestros químicos favoritos para ser humanos funcionales y no zombies con café en la mano. ¿Quién lo diría? A lo mejor no odiamos los lunes y todo era culpa del calor.

Pero… ¿y si uno ama el frío y la pareja vive en modo lagartija?

Aquí viene el clásico dilema de la vida en pareja: uno duerme feliz en el Polo Norte y el otro quiere una recámara con vibes de playa caribeña. Entonces, ¿cómo hacer que esto funcione sin tener que divorciarnos por el clima?

Algunas soluciones que no implican guerra civil térmica:

  • Una buena colcha térmica + ventilador apuntando al otro lado del cuarto. Cada quien con su microclima personal.
  • Pijamas térmicos para uno, y calzones para el otro. El amor está en los ajustes.
  • Cobijas separadas. Sí, puede sonar frío emocionalmente… pero funciona físicamente.
  • Comunicación: “Amor, es por mi melatonina. Te lo juro que no es personal.”

Y luego entonces… 

Dormir en frío no es una moda nórdica. Es una estrategia sencilla, natural y efectiva para descansar mejor, pensar más claro, estar de mejor humor… ¡y hasta quemar unas calorías extra!

Así que sí, la próxima vez que alguien encienda el calentador a las 10 de la noche, tenemos excusa científica para apagarlo. Es por nuestra salud y nuestra paz mental.

¿Y ustedes qué opinan? ¿Son team pingüino o team calorcito? ¿Ya tienen su ritual para dormir fresquitos?Calcetines puestos y el cuarto en 18°C.