En los primeros cinco años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la economía mexicana creció en promedio cada año 0.8% en términos reales, el porcentaje más bajo en los últimos siete sexenios.
Durante el mandato de Miguel de la Madrid, el producto interno bruto (PIB) del país registró una reducción anual de 0.2%, que representa el más bajo desempeño económico durante ese periodo.
En la siguiente administración, liderada por Carlos Salinas de Gortari, la implementación de fuertes reformas propulsó a la economía a un nivel de 3.9%, el mayor que se ha registrado en la historia reciente, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística (Inegi).
Después de Salinas de Gortari, la actividad económica del país entró en un proceso sostenido de desaceleración, sólo interrumpido por el sexenio de Enrique Peña Nieto, en que la economía logró mejorar respecto al gobierno anterior, al crecer en promedio en sus primeros cinco años 2%.
Sin embargo, cabe señalar también que ni a Peña Nieto ni a Salinas de Gortari les tocó sortear ninguna crisis económica, según se puede apreciar en el detalle anual de cada gobierno en la segunda gráfica.
Miguel de la Madrid Hurtado tomó posesión del cargo en un momento de “emergencia económica”, expresión que él mismo acuñó en un contexto de desplome en los precios internacionales del petróleo, que con mucho fue la principal fuente de ingresos del país y de recursos para financiar el gasto público.
Sucedió que en el sexenio recién concluido de José López Portillo, se había decretado la moratoria en el pago de la deuda externa, la inflación era cercana al 100%, se registraba fuga de capitales y el sistema financiero estaba al borde del colapso, por lo que el mandatario dejó al país en una profunda recesión económica.
Con Ernesto Zedillo, el arranque de su gobierno se recuerda por el “error de diciembre”, conocido más coloquialmente como el “efecto tequila”, que significó una fuerte devaluación del peso frente al dólar.
El impacto de esta medida tuvo repercusiones mundiales en el plano financiero por falta de reservas internacionales, de forma tal que el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, tuvo que lanzar un salvavidas financiero.
Con ese propósito, al solicitar al Congreso de su país la autorización de una línea de crédito por 20 mil millones de dólares para que el gobierno mexicano pudiera garantizar a sus acreedores el cumplimiento cabal de sus compromisos financieros.
Con Vicente Fox, al principio de su sexenio, el futuro de México se veía con optimismo e imperaba la idea de que se había dejado atrás un régimen autoritario y corrupto.
La posibilidad de una crisis sexenal se veía lejana y significaba también que por primera vez en muchos años había la esperanza de comenzar un gobierno sin tener que pasar el primer año, tratando de sobreponerse a una profunda depresión económica.
Sin embargo, con todo y los excedentes petroleros derivados de los altos precios del hidrocarburo, el lastre de la crisis por los atentados terroristas del 2001 en Estados Unidos implicó una caída de 0.2% en 2001 y 2002, alcanzando una tasa de crecimiento de 1.3% promedio en los primeros cinco años de su gobierno.
Con Felipe Calderón se vivió la inflación récord más baja en 2011, una acumulación histórica de reservas internacionales y una deuda pública estable.
No obstante, el estallido de la “crisis subprime” o crisis inmobiliaria en Estados Unidos, que a nivel global se tradujo en una fuerte depresión económica, le costó una caída en el PIB en 2009 de 6.1%, y aunque al siguiente año logró una recuperación del 5%, tasa no vista en los diez años precedentes, consiguió un 1% promedio anual en sus primeros cinco años de gobierno.
En el sexenio de Enrique Peña Nieto, el único de los anteriores citados que no ha tenido un año recesivo, con todo y los cambios estructurales, no logró el dinamismo suficiente para disparar el crecimiento al 5% prometido.
Esto es aún más contrastante si se toman en cuenta las excepcionales condiciones internacionales entre 2000 y 2014, periodo conocido como el superciclo de las commodities, que se caracterizó por un acelerado crecimiento de China que estimuló la demanda y el precio de las materias primas.
Este periodo también se distinguió por la expansión de los recursos financieros provenientes de Estados Unidos, que llevó a la mayoría de los países de Latinoamérica a crecer de manera más acelerada, pero con todo ello, el crecimiento del PIB fue de apenas 2% en promedio cada año.
En los cinco años de la administración de Andrés Manuel López Obrador, la economía mexicana ha crecido en promedio un 0.8% cada año.
Desde 2019 arrastraba ya una contracción económica de 0.2%, y para 2020 la crisis sanitaria mundial provocada por la Covid-19 obligó al cierre masivo de negocios y centros de producción, ocasionando también la fractura de las cadenas de suministro.
El resultado fue el colapso de la actividad económica global y una caída del PIB en México ese año del 8.8%, variación no registrada en un siglo de acuerdo con los registros de las cuentas nacionales.
Para 2021, la mejora en la situación sanitaria permitió una recuperación acelerada, sin embargo, en febrero de 2022, la invasión de Rusia a Ucrania provocó fuertes tensiones en una economía apenas recuperándose de los estragos de la pandemia.
Para 2023, la estimación preliminar del Inegi anticipó un crecimiento económico del 3.1%, lo que representará para los cinco años del gobierno de López Obrador un incremento promedio de 0.8%, ciertamente el más bajo en las cifras de los siete gobiernos considerados.
Recientemente, el mismo presidente estimó que el crecimiento promedio en su mandato será de 0.9%. De ser acertado su pronóstico, la economía mexicana crecerá 1.5% en el 2024, de nueva cuenta el crecimiento más bajo desde por lo menos 1982.