Vamos a hablar de eso que se siente como un pellizquito silencioso pero constante: estar atrapados en un trabajo donde no hay ni señales de subir de puesto, aunque nos hemos partido la espalda (y los ojos frente a Excel) día tras día. ¿Les suena?
Seamos realistas: uno no espera que le pongan una corona de oro después de cada entrega, pero oye, después de dos años rompiéndonos la cabeza con proyectos, ideas brillantes, apagando incendios ajenos, cubriendo vacaciones de medio equipo y hasta organizando la rifa navideña… ¿de verdad ni un cambio de título? ¿Ni $200 pesos más? ¿Ni una silla con respaldo decente?
Vamos a decirlo en voz alta, sin pena: si llevas más de dos años sin subir de puesto y ya no ves claro, puede que sea hora de poner la renuncia sobre la mesa (o mínimo en el borrador del correo).https://www.youtube.com/embed/XDHTzJthv9M?si=4rzfVzjASZzIzwki&enablejsapi=1
“Pero tengo trabajo, ¿no debería agradecerlo?”
Claro, todos agradecemos el ingreso estable, más aún cuando los gastos de la vida adulta no se detiene y los recibos llegan puntuales. Pero agradecer no significa conformarse, y quedarse solo por “lealtad” cuando no hay crecimiento, es como seguir en una relación donde el otro nunca se aprende tu segundo apellido.
Hay una gran diferencia entre estar en una etapa de aprendizaje y estar estancados. Y muchos de nosotros, sin darnos cuenta, estamos aplazando nuestros propios sueños por miedo a movernos.
El estancamiento no solo es profesional… también es emocional
Empezamos con ilusión, con ideas nuevas, queriendo dejar huella (aunque sea en el chat del equipo). Pero con el tiempo, cuando ves que el ascenso se lo dieron a alguien que llegó hace tres meses, algo dentro de ti empieza a apagarse.
Lo notamos cuando ya no preguntamos “¿qué sigue?”, sino “¿qué me toca ahora?”. Cuando vamos a las juntas sin cámara no porque se nos fue el internet, sino porque ya no tenemos ni energía de fingir interés.
Estar estancados mata la motivación, pero lo peor es que nos hace dudar de nuestro propio valor. Y si tú no crees en ti, ¿por qué lo haría tu jefe?https://www.youtube.com/embed/kRN8hs48a6U?si=VQeFmqv1vUh14Jx0&enablejsapi=1
Pero… ¿Subir de puesto o renunciar?
No estamos diciendo que avienten el gafete a la cara del jefe hoy mismo (aunque suena tentador). Solo que se vale preguntarnos, honestamente:
- ¿Llevo más de dos años sin un ascenso o promoción?
- ¿He pedido oportunidades de crecimiento y me han dado largas?
- ¿Siento que mis ideas no importan?
- ¿Estoy más cansado emocionalmente que físicamente?
- ¿Mi creatividad ya está en “modo avión”?
Si dijiste que sí a tres o más, Houston… El “miedo a renunciar” no es tu culpa (pero sí puede ser tu cárcel)
Sabemos que la idea de renunciar suena como lanzarse de paracaídas sin saber si se va a abrir. Pero también sabemos que a veces quedarse es más peligroso: porque nos consume la energía, nos roba la autoestima, y lo peor, nos acostumbra a vivir chiquito.
Y no, no siempre se trata de buscar otro trabajo con más sueldo (aunque eso también). A veces se trata de buscar un lugar donde sí vean nuestro potencial, sí nos reten, sí nos den ganas de prender la cámara en la junta del lunes.
¿Y si me voy y me va peor?
El clásico “más vale malo por conocido…”. Pero ¿y si no? ¿Y si te vas y descubres que había vida (y mejores prestaciones) fuera de esa oficina gris? ¿Y si resulta que tu verdadero talento estaba desperdiciado entre reportes que nadie lee?
Nos han enseñado a temerle al cambio, pero quedarse donde no te valoran también es un riesgo. Uno silencioso, pero que cuesta carísimo: nuestra energía, nuestra creatividad y nuestras ganas de seguir creciendo.https://www.youtube.com/embed/kmMDh8P3sPA?si=dxvXvZa51mtTwIWB&enablejsapi=1
Entonces, ¿renunciamos?
Tal vez no hoy, ni mañana. Pero sí es hora de plantearlo con seriedad y sin culpa. De dejar de conformarnos con migajas emocionales tipo “gracias por tu esfuerzo” y buscar el crecimiento que merecemos.
Porque si llevamos dos años o más dándolo todo y el sistema no se mueve ni medio centímetro, entonces somos nosotros quienes tenemos que movernos. Cambiar de empresa, de industria, de rol, de chip. Lo que sea. Pero movernos.
No estás loco ni eres malagradecido por sentir que mereces más. Lo mereces. Punto. Y si el lugar donde estás no lo ve, no lo valora o no te deja crecer… ya sabes lo que toca: CV actualizado y seguir empresas o personas que te inspiren en LinkedIn. Pasos chiquitos o grandes, pero empieza a caminar.