Las relaciones son complicadas, pero ¿Qué pasa si parece de adolescentes? eso si suena muy complicado
Aquí va una verdad que duele: tener 30 años no te convierte automáticamente en un adulto emocional. De hecho, hay parejas de 35 que pelean exactamente igual que en la preparatoria, solo que ahora lo hacen por WhatsApp y con trabajos de verdad.
¿La diferencia entre una relación adolescente y una adulta? Los adolescentes al menos tienen la excusa de que sus cerebros están en construcción. Los adultos que actúan como adolescentes… bueno, esos simplemente se quedaron atorados.
Pero antes de señalar a otros, vamos a hacer algo más incómodo: revisar si nosotros estamos en esa categoría.
Test: ¿Qué tan adolescente es tu relación?
Instrucciones: Responde con total honestidad. Solo marca: Sí, A veces o No.
- ¿Revisas el teléfono de tu pareja sin su permiso o cuando no está?
- ¿Te molestas si tu pareja no responde tus mensajes en menos de una hora?
- ¿Necesitas saber exactamente dónde está tu pareja y con quién todo el tiempo?
- ¿Haces berrinches o te enojas cuando las cosas no salen como esperabas?
- ¿Sientes celos cuando tu pareja pasa tiempo con amigos sin ti?
- ¿Buscas constantemente confirmación de que tu pareja te quiere?
- ¿Conviertes discusiones menores en dramas enormes?
- ¿Sientes que no puedes funcionar bien cuando tu pareja está molesta contigo?
- ¿Esperas que tu pareja adivine lo que necesitas sin decírselo?
- ¿Te cuesta trabajo resolver conflictos sin gritar, llorar o hacer drama?
Ahora vamos a sacar tu resultado: Cada SÍ vale 2 puntos, cada A VECES vale 1 punto, cada NO vale 0 puntos. Suma tu total.
Resultados:
- 0-6 puntos: Adulto emocional en entrenamiento – Vas por buen camino, pero siempre hay espacio para crecer.
- 7-13 puntos: Adolescente disfrazado de adulto – Tienes algunos patrones que necesitas revisar.
- 14-20 puntos: Preparatoria emocional nivel experto – Es momento de hacer cambios serios.
Ahora que ya sabes tu nivel de «adolescencia relacional», vamos a entender cómo pasa esto y por qué llegaste ahí.
Señales de que estás en una relación adolescente
- Convierten una conversación normal en interrogatorio del FBI: «¿Con quién saliste? ¿A qué hora llegaste? ¿Por qué no me contestaste inmediatamente?» Como si fueras la mamá estricta que no quieres ser, pero ahí estás.
- Hacen un berrinche porque las cosas no salieron como esperabas: Tu pareja cambió los planes, no reaccionó como querías a tu sorpresa, o simplemente no leyó tu mente para saber exactamente qué necesitabas. Y explotaste como volcán en erupción.
- Funcionan con el sistema de recompensas de un niño de 5 años: Si tu pareja es linda contigo, tú eres lindo. Si está ocupado o estresado, automáticamente asumes que ya no te quiere y entras en modo defensa total.
- Necesitan validación constante: «¿Me quieres? ¿Seguro? ¿Pero por qué? ¿Incluso cuando hago esto? ¿Y esto otro?» Como disco rayado que necesita confirmación cada 5 minutos de que sigue siendo amado.
- Tratan los conflictos como emergencias nacionales: Una discusión menor se convierte en drama de telenovela porque la idea de que tu pareja esté molesta contigo literalmente no la puedes soportar ni por 30 segundos.
¿Por qué nos pasa esto?
Resulta que vivimos en la era de la «Inmediatez Emocional» – donde queremos procesar nuestros sentimientos con la misma velocidad con la que descargamos una app. Y eso, queridos humanos, está destrozando nuestras relaciones.
- El mundo nos entrenó para ser impacientes emocionales. Antes, si querías hablar con alguien, tenías que esperarlo. Si estabas molesto, te quedabas con esa molestia hasta poder resolverla cara a cara. Ahora, si tu pareja no responde un mensaje en 5 minutos, ya estás creando teorías conspirativas sobre por qué te está «ignorando».
- Nos volvimos adictos a la gratificación instantánea emocional. Si algo nos molesta, queremos resolverlo YA. Si nos sentimos inseguros, necesitamos confirmación AHORA. Si hay un conflicto, debe solucionarse en esta misma conversación o el mundo se acaba. Como si las emociones fueran una app que puedes actualizar con un simple clic.
El resultado: adultos que funcionan con la tolerancia a la frustración de un adolescente. Que no pueden esperar, que no pueden procesar, que no pueden simplemente… estar incómodos por un rato mientras las cosas se acomodan.
Y aquí viene la parte que más duele: esta inmediatez emocional crea exactamente los mismos patrones que veíamos en las relaciones de preparatoria. Drama constante, inseguridad, necesidad de control, explosiones por cosas menores y esa sensación de que todo es «vida o muerte» emocional.
- Cuando ambos en la pareja son así, se crea una tormenta perfecta: dos adultos que no pueden tolerar la incertidumbre, que necesitan respuestas inmediatas y que interpretan cualquier demora o distancia como rechazo personal. Es como tener dos adolescentes inseguros tratando de manejar una relación adulta con herramientas de niños.
- Cuando solo uno es así, la dinámica se vuelve agotadora: uno se convierte en el «tranquilizador profesional» que constantemente tiene que calmar las inseguridades del otro, mientras el inmaduro emocional vive en montaña rusa permanente de «me quiere, no me quiere».
Esto es lo que podemos hacer
Herramienta 1: La Pausa de las 24 Horas
Antes de reaccionar a cualquier cosa que te moleste, espera 24 horas. Sí, lo que lees. Un día completo.
- ¿Por qué funciona? Porque el 90% de las cosas que nos «urgen» emocionalmente no son realmente urgentes. Son tu cerebro adolescente gritando «¡Todo es una emergencia!» cuando en realidad solo necesitas tiempo para procesar.
- Ejemplo: Tu pareja llega tarde sin avisar y tu primer impulso es hacer un drama. En lugar de explotar, te das 24 horas. Al día siguiente probablemente puedas decir «me molestó que llegaras tarde sin avisar» en lugar de montar el show de «nunca me respetas y siempre haces lo que quieres».
Herramienta 2: El Detector de Hambre Emocional
Antes de pedirle algo a tu pareja, pregúntate: «¿Esto es porque realmente lo necesito, o porque tengo hambre emocional?»
- ¿Qué es hambre emocional? Esa necesidad compulsiva de atención, validación o control que sientes cuando estás inseguro. Como cuando tienes hambre física y todo te parece una emergencia alimentaria.
- Ejemplo: Quieres que tu pareja deje lo que está haciendo para platicar contigo. Pregúntate: ¿realmente necesitas hablar AHORA o solo quieres sentirte importante en este momento? Si es lo segundo, date tiempo para «alimentarte» emocionalmente de otra forma primero.
Herramienta 3: La Técnica del «Adulto Responsable»
Cuando sientas ganas de hacer un berrinche emocional, pregúntate: «¿Qué haría aquí la versión más adulta de mí?»
- ¿Por qué funciona? Porque todos tenemos una versión madura dentro, solo que a veces la secuestra el adolescente interno que quiere que todo sea a su manera, ya y sin esfuerzo.
- Ejemplo: Tu pareja no reacciona con entusiasmo a algo que para ti es importante. El adolescente interno quiere hacer drama hasta que reconozca tu importancia. El adulto responsable puede decir: «Me gustaría que esto fuera importante para ti también, pero entiendo que no siempre vamos a reaccionar igual a las cosas».
Herramienta 4: El Entrenamiento de Tolerancia a la Incertidumbre
Practica estar incómodo sin hacer nada al respecto. Empieza pequeño: si tu pareja está callado, no preguntes inmediatamente qué pasa. Solo… tolera no saber por un rato.
- ¿Por qué es vital? Porque las relaciones adultas están llenas de momentos de incertidumbre. Tu pareja va a tener días malos que no tienen nada que ver contigo. Va a estar ocupado. Va a necesitar espacio. Y tú vas a tener que estar bien con no entender todo, todo el tiempo.
- Ejemplo: En lugar de bombardear con preguntas cuando tu pareja está raro, practica decirte: «Algo le pasa, y cuando esté listo me dirá. Mientras tanto, voy a estar bien sin saber exactamente qué está pensando cada segundo.»
Lo que nos llevamos hoy
La madurez emocional no es cuestión de edad, sino de desarrollar la habilidad de manejar la incertidumbre y las emociones sin dramatizar y entender que tu pareja no es un ansiolítico en tu vida. Una relación adulta implica tener herramientas para gestionar los problemas sin que cada emoción se convierta en una crisis.