Ucrania debate celebrar elecciones en plena guerra para afianzar a Zelenski

Volodímir Zelenski afirmaba hace tan solo tres meses que era imposible celebrar elecciones en tiempo de guerra. Así está escrito en la Constitución ucrania y en la ley marcial en vigor. Pero la política también es el arte de cambiar de tercio, y el núcleo duro del presidente de Ucrania aboga ahora por llamar a la ciudadanía a una cita electoral en 2024 para elegir al Parlamento ucranio —la Rada— y al presidente. La Rada finaliza su mandato en octubre y las presidenciales deberían convocarse en marzo de 2024. Las fuentes consultadas por EL PAÍS explican esta nueva posición de Zelenski como un intento para frenar una pérdida de popularidad y para tener legitimidad de cara a las negociaciones que podrían poner fin a la guerra con Rusia.

El verano en Kiev ha sido un hervidero de rumores. Por parte de los medios de comunicación afines y críticos con Zelenski se han sucedido análisis sobre la posibilidad de organizarlas. El volantazo desde la cúpula del poder político lo dio el 29 de julio el presidente de la Rada, Ruslan Stefanchuk, un fiel de Zelenski. Stefanchuk sorprendió a los ciudadanos en Telemaratón —un informativo unitario de las televisiones próximas al Gobierno— dando por hecho que se produciría “una actualización de la ley pronto” para que se celebren comicios. “Tenemos que entender que la democracia no puede detenerse. Es lo que nos han dicho desde Europa y otros”.

Los otros a los que se refería implícitamente Stefanchuk son, sobre todo, los dos grandes partidos políticos estadounidenses. El miércoles, en Kiev, dos senadores del Partido Demócrata, Elisabeth Warren y Richard Blumenthal, además del republicano Lindsey Graham, subrayaron tras una reunión con Zelenski que consideraban necesario para la democracia que se convoquen comicios pese a la situación bélica. La posición demócrata tiene mucho que ver con la próxima campaña electoral de las presidenciales en Estados Unidos, que deben celebrarse en noviembre de 2024. El Partido Republicano cuenta con numerosas voces que critican el apoyo militar a Kiev, entre ellas la del expresidente Donald Trump, que desde la pasada primavera utilizan como argumento que Ucrania no se diferencia tanto de Rusia porque suspenden la democracia con el pretextode la guerra.

Pero medios y analistas en Ucrania destacan que si el equipo de Zelenski se propone celebrar comicios legislativos y presidenciales no es por la presión exterior, sino por motivos domésticos. Mark Savchuk, comentarista político y consejero de la Oficina Nacional de Anticorrupción ucrania, explica: “Zelenski es un gran relaciones públicas, sobre todo con la comunidad internacional, y tenemos suerte de ello, pero si ahora se habla de acudir a las urnas es por cuestiones internas ucranias que no quieren airearse en el exterior”.

Las cuestiones internas serían varias. Para Savchuk, la principal es que la promesa con la que llegó al poder Zelenski en 2019, aplicar profundas reformas para acabar con la corrupción, no se ha materializado. “Solo en el poder judicial ha habido mejoras, pero ni Zelenski ni su equipo están preparados, la población ve que sigue siendo un país corrupto, lo viven en su día a día y constantemente aparecen informaciones sobre ello”, avisa Savchuk, y añade: “Su equipo es inepto y corrupto. Tenemos un serio problema de corrupción y creen que su popularidad irá cayendo, por eso quieren aprovechar su carisma ahora electoralmente”.

Que el problema de la corrupción es de primer orden lo demuestra que Zelenski anunciara este domingo, en una entrevista televisiva, que propondrá a la Rada que se equipare el delito de corrupción al de traición mientras dure la guerra. Zelenski también habló sobre la posibilidad de celebrar elecciones, recordando que por ley están prohibidas y que las dificultades son ingentes, pero que tendría lógica convocarlas: “La lógica es que si estás protegiendo la democracia, también la debes proteger durante la guerra. Y una manera de protegerla son las elecciones”.

El diario Pravda publicó el día 17 un artículo en el que concluía que la ley impide celebrar los comicios y que las dificultades para organizarlos en tiempo de guerra son enormes, pero que si el núcleo duro de Zelenski empuja a ello es en buena parte para consolidar su poder. Un reducido número de fieles en la oficina del presidente ha acumulado todo el poder en detrimento del consejo de ministros, según Pravda. Otro diario, Telegraf, incidía el día 21 en el distanciamiento que se ha producido entre los diputados de Servidor del Pueblo, el partido de Zelenski, que tiene mayoría absoluta en la Rada, y el núcleo duro del presidente. En junio, Stefanchuk, uno de los ideólogos de Servidor del Pueblo, ya dio a entender en Pravda que esta plataforma política tenía los días contados. Ante la caída de la popularidad en los sondeos, según Telegraf, se estaría trabajando en la posibilidad de llevar a cabo las dos citas en primavera o en otoño de 2024 con una nueva lista que podría denominarse Bloque Zelenski.

Fuentes próximas al Ministerio de Exteriores ucranio, que piden mantenerse en el anonimato, explican a EL PAÍS que la idea que se sondea es convocar elecciones en primavera de 2024 con el objetivo de legitimar al presidente y a su nuevo Gobierno de cara a un final de la guerra. Cualquier desenlace para terminar con la invasión deberá pasar por una mesa de negociación, indican estas fuentes, y quien se siente en la mesa debe tener un peso político incuestionable.

La revista británica The Economist causó un revuelo en Ucrania al publicar el día 20 un análisis en el que advertía de que los ánimos de la población están cayendo ante la falta de resultados en el campo de batalla y la expectativa de una guerra larga. The Economist incidía en el debate abierto por el entorno de Zelenski sobre la necesidad de una cita electoral: “La lógica es que es mejor para él buscar la reelección mientras es un héroe nacional, en vez de hacerlo después de ser forzado a entablar unas conversaciones de paz que concluyan con un alto el fuego impopular o con grandes concesiones territoriales”.

Ivan Gomza, director de Política Pública y Gobernanza de la Escuela de Economía de Kiev, opina: “El único aspecto positivo que vería es la cuestión de la legitimidad”. Y añade: “Cualquier opositor a Zelenski podría decir en 2024, con su mandato caducado, que está negociando sin ser un presidente elegido por la ciudadanía”.

Para Savchuk, el argumento de la legitimidad “es una farsa de relaciones públicas”, en parte porque está convencido de que si algo ha aprendido Zelenski es que con los rusos no puede negociarse nada. “Si quieren elecciones es porque tendrán más poder y la gente que depende de él lo ve bien porque pasará de ser millonaria a multimillonaria”.

Tanto Savchuk como Gomza y Pravda coinciden en dos aspectos: el primero es que están convencidos de que la ciudadanía no es partidaria de ejercer su derecho a voto durante la guerra; el segundo es que ven demasiados contratiempos para organizarlas con garantías. Gomza enumera seis obstáculos que para él son insalvables:

El propio Stefanchuk advertía en su defensa de la convocatoria electoral de que uno de los objetivos de ir a las urnas es que no generen inestabilidad ni divisiones en el país. Difícilmente se produciría una campaña electoral dura en la que la oposición critique al jefe de Estado que defiende a un país que su enemigo quiere eliminar. Además, como indican las fuentes consultadas, nadie en Ucrania tiene la popularidad de Zelenski. Solo una persona podría rivalizar con él, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranias, Valeri Zaluzhni. Pero desde su entorno se ha transmitido en numerosas ocasiones a los medios de comunicación, incluido a este diario, que el general no tiene intención de saltar a la política.