Columna: “Tradición o espectáculo: lo que Oaxaca está perdiendo”

Por Lilu Martínez

En Oaxaca ha surgido una polémica que parece pequeña, pero en realidad dice mucho de hacia dónde estamos caminando como sociedad. Los adornos colocados en el Centro Histórico con motivo del Día de Muertos —sí, esos que llenan de luces las calles—, resultaron ser en buena parte productos importados de China.

Y aquí surge la pregunta inevitable: ¿por qué recurrir a lo extranjero cuando Oaxaca tiene todo para crear lo propio? Aquí hay artesanos que trabajan el papel, la palma, la madera, el barro, los textiles. Manos que saben transformar materiales sencillos en arte, y que mantienen viva una tradición que no se aprende en catálogos ni se importa por contenedor.

Pero al parecer, para las autoridades lo barato y lo vistoso pesa más que lo auténtico. Se nos quiere vender la idea de que el Día de Muertos es una especie de carnaval lleno de luces y espectáculos. Y no, no lo es.
El Día de Muertos es memoria, respeto, identidad. Es una celebración íntima, que nace del corazón de nuestras comunidades. Convertirlo en un escaparate turístico es vaciarlo de sentido.

Y todavía falta que nos digan cuánto costaron esos adornos. A ver en cuánto nos sale el gusto del gobierno. Porque sí, está bien invertir en turismo, Oaxaca vive de ello y se agradece que la ciudad luzca bonita, pero no debería hacerse a costa de nuestra identidad ni de nuestras tradiciones.

Además, esta discusión conecta con otro tema que ya no se puede ignorar: la gentrificación. Oaxaca se ha convertido en una ciudad cada vez más cara. Una nieve cuesta más de 50 pesos, comer un platillo típico ya no es algo cotidiano para muchas familias, y los mercados están llenos de visitantes, mientras los oaxaqueños miran desde fuera.

Las artesanías también suben de precio, no porque el artesano gane más, sino porque los intermediarios y las tiendas “de diseño” se quedan con la mayor parte. Al final, los que mantienen viva la cultura siguen siendo los menos beneficiados.

Así que sí, ambos bandos tienen razón: quienes defienden los productos locales y quienes reclaman el encarecimiento de todo lo oaxaqueño. Pero en el fondo, los dos están diciendo lo mismo: Oaxaca está perdiendo el equilibrio entre tradición e imagen, entre identidad y negocio.

No necesitamos adornos chinos para brillar. Lo que Oaxaca necesita es apoyo real a sus creadores, respeto a su cultura y decisiones que reflejen orgullo, no apariencia.

Porque si seguimos así, el Día de Muertos dejará de ser una fiesta de nuestras raíces… para convertirse en un simple espectáculo de luces importadas. Y eso, sin duda, no tiene nada de oaxaqueño.