Amores de paso: ¿Nos preparan para una relación?

Los amores de paso son todas esas experiencias erótico afectivas que se dan en un marco de intercambio y respeto, sin proyectar un futuro común de larga duración.

Estas relaciones incluyen desde un encuentro sexual, hasta una relación amorosa que se intuye temporal. Se distinguen de una aventura fugaz y banal – que simplemente da salida a un impulso sexual – porque favorece el crecimiento incluyendo el cuidado propio y el cuidado de los demás.

Los amores de paso son aquellos que aspirando (al menos en uno de los integrantes) a ser “eternos”, terminan, y benefician y mejoran a una persona, generalmente la que tenía más áreas de oportunidad (ya fuera por inmadura, por tóxica, por dependiente emocional o económicamente).

El problema de estas relaciones es que alguien se lastima y frustra mientras que el otro gana, aprende, disfruta, incluso olvida fracasos anteriores, y una vez sintiéndose listo para el verdadero amor, pasa a otra relación.

¿Qué onda con los amores de paso?

Los amores de paso permiten:

  • Reconocer el propio cuerpo y sus deseos
  • Descartar prejuicios e ideas erróneas del erotismo y del amor
  • Intercambiar placeres y disfrute, y experimentar el potencial sexual
  • Distinguir errores del pasado y recuperar la confianza
  • Compartir actividades y rebotar ideas
  • Conocer más del sexo opuesto o de los demás
  • Retomar las riendas de la vida
  • Afianzar los propios valores y aumentar la autoestima
  • Ampliar los intereses
  • Ubicar el modelo amoroso en el que se quiere y se puede vivir, y cuestionar qué se necesita en el presente para continuar.

¿A qué se deben estos casos?

  • A mucha inmadurez
  • A la necesidad consciente de experimentar y aprender.
  • A un descuido ante la invisibilización de los deseos y necesidades de quienes están con ellos.
  • Y gente muy tóxica que tarde o temprano sacará el cobre de nuevo, pero que cuando ve en otra persona algo que realmente valora, y se modera para podérsele acercar.

¿Cuál es el riesgo?

Terminar es comúnmente doloroso, pero darte cuenta que al poco tiempo de que todo acabó, tu ex anda con otra persona a quién sí mezcla con sus amigos y familia, sube a redes sociales, incluso se van a vivir juntos y adoptan a un perrhijo, es un shock.

El ser sustituido rápidamente es traumático, y el ver que con la nueva persona se comporta mucho mejor e incluso actúa de la manera que tú le pedías hacerlo, genera no solo frustración sino también rabia y desolación. Las personas de ‘paso’ se sienten: frustradas, usadas, impotentes, incomprendidas, injustamente tratadas, resentidas, devaluadas e insuficientes.

Un puente para soltar

Todo amor frustrado nos abre diversas posibilidades:

  • Honrar lo vivido o renegar de lo invertido.
  • Acumular experiencia o acumular frustración.
  • Reconocer nuestros errores o responsabilizar de todo al otro.
  • Compararnos con la nueva relación o compararnos con nosotros mismos antes de nuestra pasada relación.
  • Crecer del fracaso o instalarse en el resentimiento y el coraje.
  • Reflexionar sobre nuestro actuar.
  • Asumir responsabilidad.
  • Asimilar la experiencia vivida.
  • Y finalmente, madurar… nos habilita para ser duros con la realidad vivida pero blando con uno mismo y con las personas involucradas, lo cual no significa ser ingenuos y menos aún permitir abusos.

Los 10 imprescindibles de los amores de paso

  1. El otro es un sujeto no un objeto. La personas con quienes nos involucramos no son objetos de uso y abuso para nuestro deleite y placer, sino sujetos con quienes nos compartimos.
  2. Usamos el consenso. No abusamos, engañamos, manipulamos, chantajeamos, mentimos o ignoramos la necesidad del otro.
  3. No nos autoengañamos. Nos comprometemos a entender nuestras motivaciones, deseos, temores y emociones personales, y estamos dispuestos a cuestionarlos así como a compartirlos – cuando es necesario.
  4. Visibilizamos el poder. El poder siempre genera privilegios o ventajas y quien lo ostente, por la razón que sea, siempre tendrá más responsabilidad.
  5. Somos responsables. Asumimos nuestro poder, las decisiones que tomamos y las consecuencias de nuestras acciones – en el ámbito sexual, emocional, económico o social – para con nosotros y para con los demás.
  6. Buscamos la proactividad. No somos seres pasivos confiando que el otro se haga cargo de nuestro bienestar sino que somos agentes activos que nos cuidamos.
  7. Reconocemos el límite . Si nos sentimos fuera de control entre lo que podemos controlar y lo que no, es mejor salirnos de la relación y/o pedir ayuda profesional.
  8. No necesitamos justificarnos de más. No es necesario encontrar grandes razones para vivir responsablemente un amor de entretiempo. El sexo es bueno, el placer también. Si se transforma en afecto, que bueno, y si evoluciona en amor también. No se necesitan grandes “tratados” para justificar nuestra decisión.
  9. Podemos buscar el amor pero si no lo encontramos no hemos fracasado. Una relación puede ser valiosa por muchas razones.
  10. Valoramos el tiempo pero éste no es el eje de la relación. Si bien podemos desear amores largos, la duración no es el único criterio para juzgar el éxito.

Especialista: Tere Díaz. Psicoterapeuta especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Autora de los libros “¿Cómo identificar un patán?”, “¿Por qué nos mentimos si nos amamos?”, “Navegando la incertidumbre amorosa” en coautoría con Mónica León y audiolibro “El que busca encuentra, ¿cómo atraer y enamorar?