Ozempic, el piso pélvico y esos músculos que no queremos perder

El mundo está infartado por el uso del Ozempic y lo que puede hacerle al piso pélvico, pero ¿realmente nos puede afectar o qué está pasando?

Lo que antes era un secreto de celebridades ahora está en boca de todos (y en las inyecciones de medio mundo): Ozempic. Ese fármaco que empezó como tratamiento para la diabetes tipo 2 y terminó como la estrella del club de la pérdida de peso.

Y sí, ya sabemos, las fotos de “antes y después” son espectaculares, las revistas no paran de hablar de él y hasta nuestras tías preguntan en Navidad si “de veras funciona”. Pero detrás de la fiebre por los GLP-1 (léase Ozempic, Wegovy, Zepbound) hay un tema del que casi nadie habla: ¿qué le pasa al piso pélvico y a nuestros músculos? Porque, spoiler: no todo lo que se pierde es grasa.

Lo bueno: menos presión, más movimiento

Demos crédito donde corresponde. Bajar de peso aligera la vida en todos los sentidos, y el piso pélvico lo agradece. Menos kilos significa menos presión constante sobre músculos y órganos, lo cual puede reducir problemas como la incontinencia o el prolapso (oseáse cuando los órganos deciden asomarse donde no deben). Además, la movilidad mejora: con menos carga encima, nos animamos a caminar, ejercitarnos, incluso a hacer esas rutinas de Kegels que siempre prometemos hacer y nunca hacemos.

Otro punto a favor: el control de azúcar en sangre. Para quienes viven con diabetes, Ozempic ayuda a estabilizar la glucosa y con ello protege los nervios que controlan y, adivinen, también al piso pélvico. Hasta ahí, todo muy bien.

Lo complicado: músculo en riesgo

El problema es que, en el combo de “pierdes peso”, también se va músculo. Y el músculo es oro puro, sobre todo cuando hablamos del piso pélvico. Imaginemos que nuestros músculos son los cimientos de un edificio; si se erosionan, el resto de la estructura empieza a resentirse.

Y aquí está el detalle: no hablamos solo de fuerza en los glúteos para la selfie en el gym, sino de la musculatura que sostiene órganos, que nos permite controlar la vejiga, que evita que cada ataque de risa termine en una tragedia líquida. Cuando Ozempic provoca pérdida de masa magra, el piso pélvico también recibe factura.

Efectos secundarios que nadie quiere googlear

Como si fuera poco, los efectos secundarios clásicos, estreñimiento, vómito, diarrea, también son enemigos de ese delicado grupo de músculos. Porque sí, hacer fuerza en el baño o vomitar de manera recurrente tensiona el piso pélvico y lo debilita. No es sexy hablar de esto, lo sabemos, pero justo por eso se habla poco y los problemas siguen creciendo.

Y seamos francas: vivimos en un mundo donde 3 de cada 10 personas ya tienen algún grado de incontinencia. Si encima sumamos medicamentos que alteran músculos, la crisis pasa de silenciosa a gritona.

¿Entonces Ozempic es malo?

No, y tampoco es bueno o milagroso. Como todo en salud, depende del contexto. Perder peso rápido tiene ventajas, pero si no se acompaña de estrategias para mantener músculo y hueso, el riesgo es real. No es solo el piso pélvico: en mujeres peri y posmenopáusicas, la pérdida de masa muscular y ósea ya es un problema de base. Si sumamos un fármaco que acelera la pérdida, tenemos la tormenta perfecta para debilidad, fracturas y problemas de movilidad.

¿Qué hacer para no quedarnos sin músculo?

Aquí es donde la ciencia y la vida práctica se encuentran:

  • Proteína en serio: no hablamos de un scoop de polvo en tu matcha, sino de cubrir entre 1.2 y 1.6 gramos por kilo de peso al día. Frijoles, lentejas, pescado, huevo, nueces… el menú es amplio.
  • Entrenar fuerza: sí, hay que levantar cosas, aunque sean nuestras propias piernas en un buen pilates. Dos a tres sesiones a la semana de trabajo muscular hacen toda la diferencia. No es opcional: es el seguro de vida de nuestros músculos.
  • Ejercicios de piso pélvico: no solo cuando alguien dice “haz Kegels” como chiste. Un fisioterapeuta especializado puede guiarnos para que ese músculo invisible se mantenga en forma.
  • Atender lo hormonal: en mujeres, el estrógeno es clave para músculo y hueso. La terapia hormonal no es para todas, pero sí vale la pena hablarlo con un especialista.

El juguete tecnológico que promete salvar el piso pélvico

Un dispositivo llamado Kegel8 Ultra 20 (que se vende principalmente en el Reino Unido), manda pequeños impulsos eléctricos que activan los músculos que ni siquiera sabemos localizar, y promete resultados en 12 semanas. ¿Milagro? ¿Marketing? Tal vez las dos cosas. Lo cierto es que la tecnología apunta a lo mismo: no podemos confiar solo en la inyección, necesitamos estrategia para el músculo.

El dilema

Estamos en un momento cultural extraño: nunca habíamos tenido tantas herramientas para cambiar el cuerpo, y nunca habíamos estado tan obsesionados con hacerlo rápido. Ozempic es el símbolo perfecto de esta era: eficacia, inmediatez, glamour farmacéutico. Pero mientras aplaudimos la talla menos, olvidamos que la fuerza muscular no se mide en centímetros de cintura.

Al final, la pregunta es simple pero incómoda: ¿queremos solo vernos más delgadas en la foto, o también queremos seguir caminando, riendo, cargando bolsas del súper y bailando sin miedo a que el piso pélvico nos traicione?

Luego entonces…

Ozempic puede ser una herramienta útil, incluso transformadora, pero como toda moda de salud, necesita perspectiva. El verdadero lujo no es solo entrar en unos jeans más pequeños, sino mantener los músculos y huesos que nos sostienen. Si algo nos enseña esta conversación es que el piso pélvico merece tanta atención como la talla de pantalón. Porque sí, la delgadez puede ser el objetivo de varios pero la fuerza, la de verdad,siempre será lo que nos mantenga de pie.