Deshago emocional: cuando no procesan sus emociones

Para todos los que se la viven haciendo deshago emocional y les vale a quien afecte, entonces tienen que leer estos consejos de Mario Guerra.

Además, nos dejó un test para que puedan saber si necesitan bajarle a su explosión emocional o solo tienen que pensar sus emociones. Tomen nota.

¿Qué es el deshago emocional?

El deshago emocional es cuando las personas que piensan que se están desahogando cuando en realidad le vomitan sus emociones a otra persona, pero en realidad lo que están teniendo no es un desahogo, sino un cortocircuito emocional y la otra persona se convierte en tu pararrayos involuntario.

Cuando tienen un cortocircuito eléctrico en casa, no es que la electricidad «se desahogue» de manera inteligente y dirigida. Simplemente busca la salida más fácil y puede quemar lo que esté cerca. Eso mismo pasa con tus emociones no procesadas.

Por ejemplo: ¿cuántas veces han explotado con alguien y después pensaron «¿por qué le dije todo eso si ni siquiera era su culpa?» Esa culpa que te llega después no es casualidad. Es su sistema emocional diciendo: «acabas de cobrarle a esta persona una cuenta que no era suya».

Test: ¿El desahogo emocional es tu profesión?

Contesten honestamente con Sí, No o A veces:

  1. ¿Explotas con una persona cuando en realidad estás molesto con otra?
  2. ¿Después de una discusión piensas «me pasé de la raya» o «no era para tanto»?
  3. ¿La gente te dice que reaccionas muy fuerte ante cosas pequeñas?
  4. ¿Cuando estás estresado, cualquier cosa te puede hacer explotar?
  5. ¿Has pedido disculpas por tu «tono» más veces de las que quisieras admitir?
  6. ¿Sientes que descargas en tu familia o pareja lo que no puedes decir en el trabajo?
  7. ¿Te han dicho alguna vez «no sé por qué te enojas tanto conmigo si yo no hice nada»?

Puntuación:

  • Sí = 3 puntos, A veces = 2 puntos y No = 1 punto

Resultados:

  • 7-11 puntos: Felicidades, manejan bien sus emociones antes de expresarlas.
  • 12-16 puntos: Ocasionalmente vomitan emociones en otros. Es normal, pero pueden mejorar.
  • 17-21 puntos: Certificado oficial de vomitador emocional profesional. Es momento de cambiar el patrón.

¿Cómo se ve un deshago emocional?

Llegar a casa después de un día horrible en el trabajo y explotan porque su pareja dejó los platos sucios… cuando en realidad están furiosos con su jefe que los humilló en la junta. Su pareja se queda ahí como «¿y yo qué hice?» mientras ustedes descargan toda la frustración del día en el tema de los platos.

O ese momento en que sus hijos hacen algo menor (dejan la mochila tirada) y su reacción es como si hubieran quemado la casa. En su cabeza saben que es desproporcionado, pero ya se salieron de control. Los niños se quedan confundidos porque no entienden por qué mamá o papá está tan enojados por una mochila.

Y la clásica en el trabajo: alguien hace una pregunta inocente en la reunión y ustedes responden con una agresividad que hasta a ustedes les sorprende. Después se dan cuenta de que estaban cargando el enojo de tres situaciones anteriores y esta persona fue la que «se llevó el paquete completo».

Es como si anduvieran por la vida cargando un tupper invisible lleno de emociones fermentadas, y cada tanto se les abre la tapa y todo se derrama sobre quien esté cerca. La persona de turno se queda empapada de algo que ni siquiera le pertenece.

¿Por qué nos convertimos en máquinas de cortocircuitos emocionales?

  • El mito del desahogo: Nos enseñaron que «desahogarse es sano», pero nadie nos explicó la diferencia entre procesar conscientemente y vomitar emocionalmente. El verdadero desahogo requiere:
  • Dirección: Hablar con la persona correcta sobre el tema correcto. Si están molestos con su jefe, no le griten a su pareja por los platos.
  • Propósito: Buscar una solución o al menos entender la emoción. No solo «sacar» la rabia porque sí.
  • Responsabilidad: Hacerse cargo de su emociones sin lastimar a otros en el proceso. «Estoy frustrado y necesito hablar» vs. «Me tienes harto con tus tonterías». El cortocircuito emocional es solo buscar la salida más fácil.
  • El cuerpo que no miente: Cuando guardan emociones sin procesarlas, su cuerpo las acumula como presión. Y como cualquier olla de presión, eventualmente necesitan liberar esa energía. Si no lo hacen conscientemente, su sistema encuentra la manera, generalmente en el momento y con la persona equivocada.
  • La ilusión de alivio: Después de explotar sienten un alivio momentáneo, como si se hubieran «liberado». Pero ese alivio es falso porque no resolvieron nada; solo transfirieron su malestar a otra persona. Es como tirar su basura en el jardín del vecino: su casa se ve limpia, pero el problema sigue ahí porque ahora ves la mugre enfrente de ti.
  • El efecto rebote: Como no procesaron realmente la emoción, esta regresa. Y encima ahora cargan con la culpa de haber lastimado a alguien que no tenía nada que ver o, aunque sí, su forma de deshago emocional acabó por empeorarlo todo. Es doble carga emocional: la original más la culpa del daño causado.

¿Por qué ponemos excusas?

«Es que, ¿cómo querías que reaccionara?» Esta frase es el as bajo la manga de quien no se quiere hacer responsable de su deshago emocional. Como si hubiera una sola manera inevitable de responder y ustedes fueran víctimas de las circunstancias, sin ninguna capacidad de elección.

La realidad es que siempre, siempre hay más de una forma de reaccionar. Siempre. El problema es que eligiéron la más fácil o a la que estás más habituado: descargar toda su carga emocional en la persona que tenían enfrente.

Cuando dicen «¿cómo querías que reaccionara?», lo que realmente están diciendo es: «No quiero admitir que pude haber elegido diferente porque eso me haría responsable de mi explosión». Es más cómodo fingir que no hubo opciones.

Cuatro herramientas para pasar del cortocircuito al procesamiento consciente

Herramienta 1: Antes de explotar

Antes de interactuar con alguien, háganse esta pregunta: «En una escala del 1 al 10, ¿qué tan cargado emocionalmente estoy?» Si estás en 7 o más, es código rojo. No es momento de conversaciones importantes.

Acción específica: Digan a la persona «Necesito 10 minutos antes de que hablemos» o «Estoy procesando algo, ¿podemos retomar esto en un rato?» Es mejor posponer que explotar.

Herramienta 2: En el momento crítico

Cuando sienten la emoción subiendo, pregúntense: «¿Esta persona es realmente responsable de lo que estoy sintiendo?» Si la respuesta es no, digan literalmente: «Disculpa, creo que estoy cobrándote una cuenta que no es tuya».

Ejemplo real: En lugar de gritarle a su hijo por el desorden cuando estás estresado del trabajo, deténganse y digan: «Hijo, necesito que recojas esto, pero mi tono molesto no es por ti. Tuve un día difícil y no quiero desquitarme contigo».

Herramienta 3: Cuando ya la regaste

Para cuando ya «regaste el tepache»: Reconozcan el daño en las siguientes 24 horas. No justifiquen, no expliquen tus razones; simplemente reparen.

Frase específica: «Te debo una disculpa. Mi reacción fue desproporcionada y tú no merecías cargar con mi frustración. ¿Qué necesitas de mí para reparar esto?»

Herramienta 4: Para evitar que se acumule

Dediquen 5 minutos cada noche a procesar las emociones del día antes de que se acumulen. Pregúntense: «¿Qué me molestó hoy? ¿Qué me dolió? ¿Qué me frustró?» y dale nombre a cada emoción.

Escriban tres líneas en su celular: «Hoy me sentí _____ porque pasó _____». No se compliquen buscando soluciones, solo reconozcan lo que pasó. Esto evita que las emociones se fermenten y salten después.

¿Qué debes analizar ahora que sabes sobre el deshago emocional?

La próxima vez que sientan que «necesitan desahogarse», haz una pausa y pregúntense: «¿Estoy buscando procesar esta emoción de manera responsable o solo necesito que alguien cargue con mi malestar?»

Recuerden: la diferencia entre desahogartse sanamente y destrozar a alguien más es esa pausa de 5 segundos donde deciden si van a ser responsables de sus emociones o las van a convertir en el problema de otra persona.

Las emociones son suyas. La responsabilidad de procesarlas también. Cuando las regalas sin procesarlas, no se liberan; solo contaminan la relación y cargan con la culpa de haber lastimado a quien no se lo merecía. Al final del día, las personas que más amamos no deberían ser quienes más sufran nuestros cortocircuitos emocionales.

Especialista: Mario Guerra. Tanatólogo, conferencista y Business Coach.